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Mucho hace desde que decidí tomarme un descanso del blog. Siendo sinceros tampoco ha pasado tanto tiempo desde entonces, pero las situaciones han ido cambiando de una manera tan rápida y vertiginosa que parece que haya pasado un año desde la última vez que le planté cara a mi inspiración y frente a la pantalla que estoy observando en este mismo momento lloré el momento en que "conocí" a mi compañera de piso.

Antes de nada, rectificar es de sabios y he de reconocer que pequé de aquello que tanto he odiado durante toda mi vida: juzgar a alguien basándome en las primeras impresiones. Vale que puede que jamás lleguemos a ser amigas -por cuestiones de afinidades respecto a gustos y esas cosas que hacen sólida una relación-, pero es una compañera nada despreciable y se ha preocupado por mí como pocos en estos últimos días. No sé qué ocurre en este valle en Bellaterra pero parece que entre vegetación y aire de montaña se haya disipado aquella mala suerte que parecía perseguirme durante mis últimos años en Castellón. Sólo espero que siga así por muchos años. Y más aún...

Ayer, tras un par de días caóticos, depresivos y al borde de la psicosis decidí que la relación que venía manteniendo con una persona no podía seguir así. O avanzas o te quedas estancado... y el quedarte estancado significa rutina. Y todos sabemos qué hiriente puede llegar a ser la rutina, más si ésta está relacionada con una persona endiabladamente desconcertante (algo que no es malo el 95% de los días, pero cuando te pilla en el 5% restante... ya me conocéis).

Pensé que le perdía. Pasé unos de los 5 minutos más críticos de mi vida. "El que no entenc és que si una persona no vol res amb tu, per què et convida a sopar a un japonès i s'espera tots els dies més d'una hora i mitja per veure't? No veig quina seria la diferència. Amb això tinc prou i massa". Y al oír de sus labios que sí, que realmente no había nada que pensarse, que realmente ambos deseábamos lo mismo, esos 5 terribles minutos se convirtieron en una tarde de cine y noche de... otra perfecta noche juntos más que añadir a la lista, no necesita más calificativos.

Y ahora a mirar la vida con otro cristal distinto, a volver a creer en la esperanza, en que las cosas pueden salir bien, en que puedo significar algo importante en la vida de una persona maravillosa. De una persona que me ha devuelto la felicidad de un modo que pensé que jamás podría vivir. Bueno... esa persona y las demás personas geniales que tuve la suerte de conocer hace casi 2 meses en la facultad de Traducción e Interpretación. Nunca pensé que me alegraría tanto de haberlo dejado todo en Castellón y embarcarme en este difícil camino de la total independencia. Espero que mis sentimientos hacia este lugar se mantengan intactos in secula seculorum.
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