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Y ahora es cuando yo me pregunto ¿vale la pena recibir un notición-notazón relativamente inesperado a primera hora de la mañana cuando el día se va torciendo cada vez más y acabas por borrar esa sonrisa complaciente y extraordinaria de las 8.30 de la mañana por la típica cara de perro exhibida in secula seculorum?

No.

Hubiera preferido haber hecho prácticas hoy antes que saber la nota de Griego. Vaya mierda. Al paso que voy me planto al exámen de conducir en mi semana trágica particular de principios de Junio. Me piro a visitar a mis amigos Goya y Gaudí (al que cada vez odio más), entre otros.
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Entre el resfriado que llevo encima, la mirada amenazante que me lanzan los apuntes de Historia del Arte y percibo desde mi derecha y la vaguería y las pocas cosas no irritantes que tengo por comentar, ésto cada vez está quedando más abandonado.

Juro solemnemente que después de Selectividad (que muy a mi pesar está a la vuelta de la esquina) escribiré más a menudo. Pero es que ahora, en este mismo momento, si me pusiera a escribir algo "profundo" lo encararía desde la perspectiva referente a afrontar mañana una misa en un bautizo al que no me apetece nada ir, y por tanto, criticaría abiertamente la doctrina ideológica de la Iglesia Católica... y realmente no vale la pena.

Así que creo que lo mejor será volver a pseudoestudiar, que la jornada que me espera tras el próximo amanecer será bastante dura... por eso pongo una foto que me anime, aunque no tenga que ver nada con lo comentado, jajaja.
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Es increíble ver a la velocidad que pasa el tiempo. Hace nada estaba escribiendo la entrada de Sant Jordi del año 2008, y me doy la vuelta y resulta que estoy haciendo lo propio del año 2009.

Puede resultar extraño el que yo escriba ésto hoy por dos razones: La primera, es que si cogemos un calendario nos damos cuenta de que el Día del Libro es mañana, y no hoy... pero yo mañana es muy posible que no toque el ordenador a causa de acumulación de trabajo, prácticas del coche y estudio de Griego, pero no obstante quiero dejar patente del paso de esta jornada. De aquí se puede deducir el siguiente "sinsentido". ¿Cómo es posible que me interese por Sant Jordi -también conocido como "día de los enamorados" en Catalunya- si hace escasos 2 meses me declaré totalmente en contra de otro "día de los enamorados" como San Valentín? Pues ésto tiene muy fácil solución: Para mí la bonita leyenda que se esconde detrás de la celebración le aporta un cierto tinte histórico y cultural que la convierte en algo digno de celebración y consideración positiva en detrimento de su tímido talante consumista.

Podría llenar unas cuantas líneas contando la historia del dragón, la princesa, el santo y la rosa, pero creo que es por todos ya de sobra conocida... y sería repetir guión ya presentado. Así pues, únicamente desearé un buen día de Sant Jordi a todos, ya sean enamorados que recibirán libros y rosas, personas que conmemorarán el Día del Libro como soporte de historias geniales y sueños, o bien gente como yo que aunque no esperen nada de la jornada de mañana, cruzan los dedos por tener un buen día y se agarran a la esperanza de que algún día puedan ser receptores de una rosa o un libro por parte de alguien amado.
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Cada vez se me hace más cuesta arriba escribir aquí, y supongo que esta tendencia irá in crescendo a partir del martes, cuando encaremos lo que será el principio del fin, es decir, el peor mes de la vida de la mayoría de los estudiantes de 2º de Bachiller (supongo que los muy listos y los muy pasotas no lo pasarán tan mal).

Pero yo he resultado ser muy valiente. Ahora que todo el mundo -y yo también- tendrá que estudiar más que nunca para lograr una evaluación final que cubra las espectativas particulares de cada cual, me pongo a hacer prácticas para sacarme el carné de conducir. Así que si antes me resultaba complicado compaginar la EOI con el Instituto (y eso que de la EOI paso demasiado... aún no he hecho ninguna de las "múltiples redacciones" que me prometí hacer), "perder" una hora diaria más me irá de lujo.

No obstante, tampoco creo que sea un problema tan grave. Tras disfrutar ayer de mi primera práctica -y tanto que disfruté-, he llegado a la conclusión que un poco de ocio diario puede ser incluso beneficioso entre tanto período de acompañamiento libral.

Así que espero ansiosamente que sea lunes. Vale que sea el último día de pseudorelax que tendré hasta después de Selectividad y la Prueba de Certificación de la EOI, pero, ¿qué más da? Las ganas de volver a coger un coche son enormes... tengo unas ganas de aprender que sólo se pueden comparar con mis ansias de poder dominar algún día el idioma de los dioses, el finés.
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Podría perder bastantes minutos de mi día escribiendo aquí, pero, ¿para qué? Diría lo mismo de siempre, los mismos problemas, las mismas situaciones... y luego únicamente recibiría muestras de desprecio -y no sería la primera del día-.

Así que no vale la pena lamentarme sobre mi mala suerte, mi incapacidad de decisión (porque sería divertido decirle "eh, estoy obsesionada contigo, dime algo") y tener un progenitor que estará poniéndome trabas hasta que me cabree y haga alguna barbaridad.

Por todo eso, no voy a hacer público mi estado de decaimiento por no poder volver a ver a Milena hasta dentro de un año o por no saber si podré largarme de esta cloaca que me tiene encerrada y se llama Castellón el año que viene para irme a una universidad lejana. Es precioso ser buena estudiante y sentirte recompensada por ello.
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El cansancio se hace patente tras 6 meses de estancamiento, en los que los ecos de esas efímeras notas de piano que llegan a mis oídos a través de los senderos de la distancia no hacen más que incrementar esa soledad en la que muchos días me encuentro inmersa, a pesar de ser el momento de mi vida en el que más arropada me he sentido.

Esta vez es la definitiva. Se acabó. No hay marcha atrás ni palabras vacías de significado ni sentimiento como un "¿qué tal?" que me hagan volver al estado de ensimismamiento en el que he vivido por un individuo fútil y desconocido.

638 kilómetros han roto mi ilusión, pero la indiferencia ha dolido más. No obstante, he de reconocer que parte de la culpa es mía, ya que el hombre -más bien, por la parte que me que incumbe, la mujer- siempre tropieza con la misma piedra. Así pues, mi guijarro heridor son aquéllos que creen tener alma de poeta, aunque el alma es algo abstracto, de cuya existencia me siento obligada a dudar, ya que al igual que el príncipe en muchas ocasiones se convierte en sapo, el que creía ser el compositor de las más bellas palabras -aunque realmente no lo fuese- pudo descubrirse como un ser narcisita y misógino. Empero, en esta ocasión, la ignorancia y la indolencia me han impedido conocer la verdadera cara del aedo que se adueñó de mi mundo onírico y me hizo vivir en el más ardiente platonismo.

Así pues, esas efímeras -aunque preciosas- notas de piano quedan, envueltas por el nihilismo del que soy presa, para la celebración de su efemérides algún día de octubre, celebración que, al igual que mi paso por su vida, con el transcurso de los segundos resultará etérea y sin importancia.
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Día fructífero el de ayer, cumplió con creces mis espectativas -tan criticadas, por cierto- que siguen la filosofía de "un día en el que no haces nada es un día perdido" (sí, soy antidominical).

Las explicaciones serán cortas, porque entre el sueño derivado de la salida nocturna de clase (ah, no, de amigos) y el chute de Mal de Llengües que llevo encima, estoy entre apagada y fuera de cobertura.

Bien, pues tras un día con examen a lo Selectividad de Inglés y una horita en la clase de mi madre -con la susodicha- ya que fuimos abandonados por la infiel que tenemos como profesora de Referentes (ejem, ejem) y mucha vagancia maternofilial que nos llevó a salar en la EOI, por la tarde me decidí a llevarme a mi progenitora a lo que en un principio parecía una tarea imposible: encontrar traje para la Graduación.

En un principio parecía imposible presagiar el feliz desenlace de tal "excursión" por las tiendas castellonenses, pero cuando ya estaba a punto de deprimirme y lanzar un grito de socorro a mi abuela -también conocida por confeccionar trajes de castellonera a mis primas- para que se encargara ella de currarse un traje, se hizo la luz. Estoy enamorada de mi vestido, me hace hasta buen tipo.

Tras una alegría vespertina, tocó -como ya ha sido comentado anteriormente (uix, si parece un comentario de textos de esos que nos toca hacer y a los que yo sigo sin encontrarles sentido)- concienciarse de que tocaba salir. Vale, no tenía ninguna gana, pero realmente valió la pena eso de que prácticamente toda la clase saliéramos extraordinariamente (porque para conseguir que ciertos elementos se nos unan necesitamos grúas). Bien, eso de "salir" no es totalmente exacto, pero no pasa nada: las charlas entre botellas de vodka negro y juguetitos downers son geniales.

Y después de un día cargado de experiencias como ayer (y charlas sobre temas sentimentales con Tania mientras volvíamos mano a mano -y con las mismas mallas ¬¬- hacia el centro), hoy ha tocado relax. "Relax" mejor dicho, porque leer 50 páginas del maldito Mal de Llengües y traducir 4 capítulos de la Defensa de la muerte de Eratóstenes (Griego) no sirve para recuperar las pilas que ayer se descargaron felizmente.
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Algo malo me aguarda a la vuelta de la esquina, si no, no puedo entender el por qué de tanta felicidad (jaja, como la felicitas del taller en Sagunto, pornografía pura y dura) comprimida en tan pocos días.

El sábado, tras una minijornada de compras frustradas entre mi odio a la actividad consumista por excelencia que es la adquisición de nuevas prendas de ropa y el no haber pantalones en condiciones a la venta, pasamos mi madre y yo -ya a la desesperada, y yo con un humor de perros bastante generoso- por Discos Medicinales, concienciadas de que mi anhelado Painstained de Entwine no habría llegado aún. ¿Mi sorpresa? ¡Allí estaba! Reluciente, mirándome con ese ojito de la portada, con el logo de mis Entwine de mi alma y mi corazón -a los que por cierto estoy escuchando en estos momentos tras descubrir un par de canciones que tenía escondidas por el ordenador- y con un sonido impresionante. Aunque sea carísimo, de cuando en cuando hay que comprarse un CD original para apreciar el buen sonido.

Y luego queda hoy. Tras una noche de insomnio total y la descarga a la desesperada de una aplicación para móviles para hacer tests las horas que pasaba despierta a causa de la frustración y el nerviosismo de un examen inminente poco preparado -ya sé cómo se debe sentir mucha gente horas antes de los exámenes del instituto-, antes de las 8 estaba en pie, concienciada de mi suspenso inevitable. ¿Mi sorpresa? ¡He aprobado! Y además lo he sabido antes de la fecha que me habían dicho en un principio -mañana-, por lo que mi reacción ha sido aún más espontánea y alegre de lo que cabía esperar. Qué más me da haberlo hecho por la mínima (3 errores) si me he ahorrado un montón de horas -vamos, en semana y media me he preparado a base de tests- y dinero -ya que lo he hecho por libre-.

Esperemos que lo bueno dure un poquito más. Sólo se me ocurre una cosa -o como mucho dos- que lo podría mejorar todo, pero como no pasará, dejemos de pensar en ello y volvamos al comentario de Castellano que tengo que hacer para mañana, que las 10 líneas restantes no son nada a comparación de todo lo escrito durante esta tarde.



P.D: La imagen ha quedado muy grande, pero es preciso que esté en estas dimensiones, porque si no, es imposible apreciar este momento eroticofestiventwinero tan :Q_____ Dioxxx, quien diga que los besos entre tíos no le dan morbillo (vale, de normal no, pero éste... jajaja), que se pudra en el infierno.
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Roja a causa del influjo del sol en mi piel -que luego no cogerá ni un mínimo color tostado (ni ganas)-, y con restos de dolor de cabeza que no han decidido desaparecer de mi cuerpo por una buena insolación que he pillado, aquí me hallo, casi 4 horas después de haber llegado de Sagunto, de mi última excursión con el instituto.

No sé cómo calificar esta última salida, si soy sincera. Si la comparo con la del año pasado -con mismo destino... es que los humanísticos somos muy originales-, he de diferenciar dos hechos influyentes: la gente y las actividades.

Por una parte, en lo referente al buen ambiente y compañía, he de posicionarme claramente hacia la grandeza de este año. El año anterior, bueno, estuvo bien, pero la relación con mis compis de clase era menos "fraternal", y eso se notó. Hoy, risas en el tren jugando con nuestra amiga la Invi -también conocida como caja llena de juegos- a parchis y cartas... y la pobre siendo pisada un millón de veces por los pasajeros que hacen como si no la vieran. Ya en el pueblo de destino, bolsa de la mierda, trajes que se descosían y fotos estúpidas... y volviendo la Jessigranhostia. ¡Qué grande! Ahhh! And last but not least, hay que mencionar el festival eroticofestivo (¿tienes premoniciones? jajaja) de cierto punto de la representación de Mostellaria... ya cuando me pasen la foto, intentaré colgarla aquí. Sí que se lo pasaban bien los romanos, sí.

No obstante, el hecho de que sólo hiciésemos un taller y de que la obra de teatro en el destrozado teatro romano fuese entre las 12.30 y las 2 -además de que fuera en latín-, ha significado la parte negativa. Pero bueno, las Sales de "no-me-acuerdo-quién-y-no-voy-a-bajar-2-pisos-para-averiguarlo" tienen buena pinta y ya he pinchado a mi madre para que las ponga algún día en la ensalada.

Ya sé que a nadie le debe interesar cómo ha sido este día para mí, pero en fin, me da absolutamente igual. Ha sido la última excursión tras 6 años en el instituto y significa que un ciclo de mi vida está a punto de cerrarse. Me da pena. Me da miedo.
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