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Tengo miedo a escribir las cuatro palabras que tengo en mente por si acaban de torcer por enésima vez (lo que ya se podría calificar como rizar el rizo) cierto asunto telefónico que desde hace prácticamente tres semanas tengo -desgraciadamente- entre manos... pero bueno, inhalemos y sintámonos orgullosos de decir: a-la-mierda-Vodafone.

Debería hacer un relato detallado de cómo una clienta satisfecha -como yo lo fui- ha pasado ha ser en apenas 21 días una persona amargada, con ansias asesinas y con un ramalazo pro-piromaníaco que anteriormente desconocía. Pero realmente, y gracias a lo mentirosos que pueden llegar a ser los operadores de Mierdafone (a partir de ahora así me referiré a dicha compañía telefónica, no merecen que de mis dedos salga publicidad clara... si lo hace, que sea únicamente para gente inteligente que sepa descifrar tan complicado "nombre en clave" y que por lo tanto seguirá mis consejos sin que sirva de precedente) y las vueltas que te pueden hacer dar para descubrir finalmente que su trabajo consiste en timar al personal, he olvidado todos los pasos que tuvimos que seguir mi padre y yo para desquiciarnos totalmente. Por tal motivo, y como autorecordatorio de que jamás tengo que volver a morir a Mierdafone, intentaré, aunque sea grosso modo (que no "a grosso modo", que algo aprendí en dos geniales años de Latín), recordar las putadas y mentiras más gordas que hemos tenido que aguantar hasta hoy. Bienvenidos a una aventura en toda regla -y todavía inacabada, a mi pesar-: conseguir un móvil barato.

Mi andanza comenzó en tierras galas, cuando, inocente de mí, descubrí que mi móvil que ya ronda los 3 años de edad (si es que se puede decir que los móviles "cumplen" años) tenía una batería debilucha que prácticamente se agotaba al estar 2 días en espera. Entonces vi tal hecho como un rayo de esperanza, una oportunidad única para cambiar mi terminal antes de irme a Barcelona. Ahora... permitidme ver dicho incidente como una obra más propia de satán que de un bondadoso ángel de la guardia.

A la vuelta mi padre se decidió a completar conmigo la que he decidido bautizar como "Ruta del Celular": poder averiguar precios de Mierdafone-Orange-Movistar-The Phone House andando menos de 400 metros. De esta manera observamos que el móvil en el que estaba interesada, un Nokia 5800, estaba prácticamente regalado en portabilidad a Movistar... y eso hicimos, ir a dicha compañía a formalizar el contrato. 7 días y sería mío... o eso me dijeron, infeliz de mí, ya que pasadas escasas 24 horas empezaría el calvario.

A partir de este momento todo está confuso, como si me hubiese pasado con la bebida o si me hubiese golpeado la cabeza contra algún mueble (por ejemplo un sofá, como me ha explicado hoy mi primo que se ha hecho un chichón... tiene buenos genes), pero sin haber ocurrido ningún percance similar. Me llamaron de Mierdafone ofreciéndome el oro y el moro, todo para que no me cambiara de compañía, y claro, triste de mí, creí que sería verdad que en 24 horas tendría un Nokia 5800 a la puerta de mi casa... ¡y por 0€! La euforia iba in crescendo, al igual que los mensajes de la compañía del timo. Mensajes que me remitían a no-sé-qué departamento (es que eso de los departamentos les mola mucho, sobretodo para liar a los clientes y que no sepan con quién han hablado ni con quién tienen que hablar) y que iban retrasando la llegada de mi teléfono días y más días, principalmente por un supuesto traspaso de puntos que tenían que realizar, en principio en 24 horas... realmente se consumó -¡qué porno!- en 7 después de múltiples llamadas amenazadoras y cabreos e incongruencias varias. Eso sí, en 48 horas mi contrato estaba aceptado y ellos cobrando con una tarifa más elevada de la que me habían dicho que me pondrían.

Lo dicho. Pasaron 7 días (unos 14 desde que un día feliz decidí emprender mi particular cruzada en busca de un teléfono móvil barato) y allá a las 17.15 recibí una llamada de Mierdafone diciéndome que sí, que me iban a mandar el móvil... pero pagando yo 19€. Nos hartamos. Nada se había cumplido. Ni las 24 supuestas horas en que inicialmente se habría hecho el envío de mi Nokia 5800 ni el precio que me ofertaron para que no llevara a cabo mi portabilidad a Movistar... y para colmo la señorita operadora informándonos del cambio en lo pactado usando un vocabulario en un tono demasiado alto de lo necesario y rozando el insulto.

Así decidimos volver a Movistar y retomar el contrato que cancelamos ante una suculenta -pero finalmente falsa- oferta de Mierdafone. Hoy me he dado definitivamente de baja de la compañía del timo... y próximamente lo harán mis padres (ambos), y probablmente todos aquellos a quien podamos influenciar para que abandonen una operadora de telefonía que toma a sus clientes por el pito del sereno entre promesas falsas y ocultación de información. Ladrones. Estoy a un paso de ir a denunciarlos a Consumo... si supiera dónde hay que ir.

Dudo que alguien vaya a leer semejante tostón (que puede que se prolongue dependiendo de la eficacia y fiabilidad de Movistar en sus promesas), pero la moraleja es simple: Evitad a Mierdafone, tarde o temprano os timarán.
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