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Y así, de repente, ha terminado todo. Paso de estar un día con los nervios de punta, estresada a más no poder, a saber que he terminado Bachiller. Que he superado mi media de 1º sin esperármelo (aunque no sepa por cuánto). Es todo tan extraño...

Sí, me quedan 1 o 2 exámenes, pero más que nada para practicar para Selectividad. Vale, si consigo el 10 en Griego, sería fiesta mayor, pero ante la imposibilidad de la hazaña, no vale la pena hacer cábalas. Con los 10 que me espero, tengo suficiente. Me siento satisfecha conmigo misma -sí, mis notas son lo único que me da satisfacciones, creo-.

Así se cierra una etapa en mi vida, puede que la mejor -al menos los últimos dos años-, a pesar de las malas caras, nervios y malas rachas pasadas. Ahora sólo queda esperar la Graduación el 29 de este mes (día que podría ser el más feliz de mi vida... pero lo dudo mucho) y empezar a plantearse estudiar para Selectividad, porque hoy grapando apuntes me ha dado mi primer ataque de histeria de los muchos que se seguirán estas 2 semanas hasta el día 9, cuando empezará el infierno.

Cómo lo voy a echar todo de menos. La gente, mis compis de BAHA, los patios en el banco, los profesores, incluso. Las clases de Latín... pero volveré a ellas cuando empiece con Filología Clásica, porque lo haré, debo hacerlo. Ya me veo llorando en la Graduación.
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