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La humanidad es maníaca. Todos, aunque mucho nos empeñemos en negarlo, tenemos obsesiones de las cuales no nos podemos librar por más que queramos... las que cuando más seguros estamos de que les hemos dado esquinazo, vuelven a aparecer por el recoldo menos pensado.

Esa libertad que tanto proclamamos tener, realmente es una máscara tras la cual se esconden nuestros instintos más básicos, nuestras necesidades más primarias, las que intentamos menospreciar -aunque las adoremos- tachándolas de obsesiones. Entonces aparecen los sueños.

Todos nos hemos reído en alguna ocasión de haber despertado tras haber sido -por ejemplo- un nazi perseguido por su ex-suegra por los canales de Venecia. Vale, ese ejemplo no es muy genérico, la verdad, es más bien propio (y sigue haciéndome gracia), pero nos servirá. Según Freud, esta pseudopesadilla seguramente podría extrapolar la mezcla entre terror y asco que le tuve a cierta persona... y lo tuve más de un año después de haber roto cualquier relación existente (¿relamente existió algún tipo de relación?) entre esa persona y yo. Así pues, hay que decir que ese rencor contenido es una obsesión.

¿Quién no se ha liado en sueños con alguna persona cercana con la cual no tendría ningún tipo de contacto íntimo estando despierto? ¿Quién no ha tenido una experiencia subconsciente referida a alguna persona que estaba intentando olvidar, y dicha experiencia le ha hecho "avivar" las ganas de volver a verle? Los sueños son la ventana a nuestras obsesiones, llegando muchas veces a darles alas y a hacer que ésas se conviertan en una bola de nieve cada vez mayor.

Pero no sólo los sueños hacen que convirtamos un objetivo de la vida en una obsesión, es decir, en un objetivo que nos quita la vida. La fantasía, las películas, los libros... hacen que pensemos que al vernos alcanzando ciertos objetivos seremos más felices, cuando no será así. Pero da igual, ya nos hemos obsesionado, y no pararemos hasta conseguirlo. Entonces tendremos dos opciones: o darlo por perdido o ver que la imagen que nos habíamos creado no era más que un sueño (la puerta a nuestra obsesión).

Así que volvemos a los sueños. ¿Para qué sirven, entonces? ¿Para hacernos vivir una vida en la que seremos más felices (siempre que sepamos distinguir entre vigilia y sueño) o para hacernos sufrir más en la vida en la que creemos que somos libres y realmente no lo somos?

Jamás obtendré la respuesta, pero mis necesidades vitales están haciendo que lleve unos cuantos minutos obsesionada con comerme una galleta de chocolate. ¿Soy realmente libre de oponerme al ronroneo de mi estómago, de mi instinto humano? ¿Seré más feliz si me resisto, o me lanzo a una obsesión chocolateada? Las obsesiones no siempre vienen dadas por los sueños, pero sí que las crean los mecanismos básicos de las personas, por lo tanto, ¿hasta qué punto es justo que te tachen de obseso si es algo intrínseco a la naturaleza humana?
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Comments (1)

On 23 de julio de 2009, 23:35 , Serth dijo...

Al fin y al cabo, que son los sueños mas que una "visión" de nuestros miedos, aspiraciones y deseos? (a veces el problema reside en que los sueños son muy simbólicos, y no debes tomarlos muy literalmente).

En cuanto a la obsesión, esas pulsiones constantes.. Deben venir ya de genética, y nosotros (ser humano, se entiende), con nuestra moral y esas cosillas y esa mania de no ser animales y... las evitamos.
Sí, tal y como afirmas, estoy de acuerdo que es intrínseca a la naturaleza humana. :), y deberiamos no reprimirnos en muchos casos que lo hacemos normalmente. (Cosa que seguramente conllevaria problemas de convivencia y estas cosas, pero es materia aparte).