Ésa soy yo hoy. Ésa soy yo en un día de esos en los que no te deberías haber levantado. Ésa soy yo cuando todo me sale al revés. Ésa soy yo... prácticamente siempre, y quien padece mi ira lo sabe, para qué negarlo.

¿Para qué me tengo que pasar todo un fin de semana encerrada en casa, haciendo trabajo del instituto -mucho trabajo-, si no sirve de nada? ¿Para qué tengo que salir corriendo de clase de Filosofía los lunes, si no sirve de nada? ¿Para qué compartir clase en horarios extraescolares con amigos, si no sirve de nada? ¿Por qué coño estoy haciéndome tantas preguntas, si ya conozco la respuesta?

De nada. De nada sirve nada.

No vale la pena sacrificar un fin de semana amorrada al ordenador, al PowerPoint, al Photoshop, al Nero WaveEditor, al puto Movie Maker, definitivamente no. ¿Para qué hacerlo si luego llega el lunes y finalmente no expones? Y si lo hubiera hecho, peor. ¿Para qué me paso 2 horas intentando fusionar canciones, más las que anteriormente había invertido para encontrar un programa que lo hiciera -y yo lo entendiera-, si luego llegas a la sala de usos múltiples de la gran mierda del instituto que únicamente trabaja con la gran gilipollez que es el Linux y los programas libres de los cojones y el sonido no funciona y los vídeos si no es a parte no se ven? A la mierda la perfección.

Tampoco vale la pena pasar horas y horas -y más horas- trabajando en serio las 3 redacciones de Filosofía que te habían mandado -oh, ¿no iba a ser una a la semana?-. ¿Para qué hacerlo si luego llega el lunes y finalmente no las recoge? Y encima te hace leer en voz alta la redacción que habías hecho hace mucho mucho sin preocuparte por las correcciones de otras anteriores. Pero bueno, alégrate, ¡tienes algún comentario positivo que otro! Siempre quedarán los "sintetiza más, que en un examen no te dará tiempo a terminar". ¡Coño! Si sintetizas porque te dejas cosas, si no porque no te dará tiempo a terminar. ¡Joder, Que se aclare de una puta vez! (sí, sin tachar ni nada)

Y no, definitivamente no. No vale la pena correr como alma que lleva el diablo, dejando a la anterior docente -jajaja, ¡qué culta que soy!- prácticamente con la palabra en la boca para llegar a tiempo a la parada de autobús. ¿Para qué hacerlo si luego llega el lunes y finalmente va más lento que una puta tortuga? Además los usuarios del transporte público castellonense por lo visto no tienen prisa y se permiten el lujo de tomarse con calma el trayecto desde la pared en la que están cómodamente apoyados esperando la llegada del autobús. Será envidia, que a mí no me da tiempo a tomarme nada con calma. Eso será. Pero aparte de la envidia que seguramente tengo, lo que es de juicio de guardia es que el día que más prisa tienes, más semáforos en rojo pillas. Sí, la Ley de Murphy es graciosa... siempre que no te afecte a ti.

Ya por terminar mi lista -que seguramente quede incompleta- de todo lo que me ha jodido el día, remarcar que no vale la pena cambiarte de grupo para ir "acompañado". ¿Para qué hacerlo si luego llega el lunes y finalmente te sientas arrinconada junto con 2 pavos que se dedican a flirtear? ¡Y para colmo se van antes de hora! Pero no estés enfadada, no estés cabreada, no estés encendida, que la profesora no te ha puesto mala cara... Ojalá hubiera sido así y no hubiera tenido que soportar el coñazo de día que he tenido.

Pero al mal tiempo buena cara, quedémosnos con las cosas buenas (o intentemos pensar en ello por lo menos): grandes momentos en clase, grandes conversaciones en el patio, una madre que es una joya y un profesor de Historia del Arte que cada día se asemeja más a Dios: