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Aunque estemos en Magdalena, he de dejar constancia de ciertos acontecimientos de ayer. No por mí, ya que no me pasó nada interesante, pero bueno, es que fue uno de esos días raros en los que te alegras por una amiga... aunque su alegría en cierto modo te hunde en la miseria. Oh, l'amour.

No sólo fue eso: finlandeses en Castellón. Totalmente inaudito, pensaba que imposible. Y cómo no, yo no los vi. Y luego que te vayan diciendo que había un chico rubio, ojos azules y pelo largo... por dioxxx, ¡eso no se me hace! Y menos en las circunstancias de pseudodepresión teñida de alegría prójima de ayer.

Pero bueno, mi mala suerte ya está muy asumida, y realmente no vale la pena mortificarse por ello. Creo que me voy a lanzar a la piscina y no voy a perder nada, no tengo nada que perder... y realmente no sé si quiero lo que probablemente haga en breve, pero ¿qué? Somos jóvenes, y soy de las pocas de mi círculo que estoy sola. ¿Desesperada? Ni de coña, pero después de un año hay cosas que echo de menos.
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