El reloj de la cocina ya lo avisaba: 11:11. Con eso ya sabía que el día que empezaba no me deparaba nada bueno. ¿Superstición? No. Números que me jodieron y lo siguen haciendo.

Había tenido un sueño perfecto. Alemania, clases en la universidad y alguien a mi lado; esos ojos me pedían que me quedara a su lado para siempre, y yo aceptaba sin dudarlo. Si lo he soñado quiere decir que nunca pasará. Obvio, como desde siempre, como ya decía Calderón de la Barca:

Debería estar haciendo un trabajo para el lunes, pero no me encuentro en condiciones de enfrentarme a canciones de amor que me muestren lo bonito que es todo cuando no es así. Sigo retrasando el momento de enfrentarme a todas las malas situaciones que el destino -y la obligación- me deparan, pero los meses se terminan y las decisiones se han de tomar.

Necesito consejo y un poco de suerte, ésa que no conozco desde el 27/6/05 (no me extraña que el suceso de aquel día robara toda la fortuna). Y sí, leo la letra pequeña, ése es el problema: las preocupaciones y las imposibilidades. Y no, no vale decir que si luchas todo se puede conseguir, ya que hay cosas que no dependen de uno mismo, y por mucho valor que le eches nunca se materializarán. Nunca te materializarás. Nunca. Y necesito que alguien haga que me entre en la cabeza.

2 situaciones que me ha brindado Internet; 2 situaciones que no obtienen respuestas: ni esa amiga que fue, ni ese amigo que esperaba que fuera. Ninguno lo leerá.
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